Una obra escrita por tres mujeres sin nada impuesto de antemano
La dramaturgia esta plagada de situaciones que se suceden en el cotidiano, posiblemente desde una perspectiva femenina (sin desmerecer este término). No hay nada extravagante, sino por lo contrario: el foco esta puesto en el detalle de lo que nos sucede cuando nos vemos inmersos en una situación que no planeamos: puede surgir la desesperación, la resignación, una conversación banal, un acercamiento, una pelea; hasta que de alguna forma, forzados por el destino, nos vemos obligados a desenmascarar lo que realmente somos.Esta dramaturgia nace de una serie de improvisaciones que van tomando forma a lo largo de los ensayos. Sin nada impuesto de antemano. Esta metodología deja entrever la naturalidad con la que se lleva a cabo esta obra. Las actuaciones fluyen en un devenir de ideas y propuestas, como si las reacciones fueran improvisadas en el aquí y ahora. Esto no le quita precisión a las acciones físicas de los personajes, sino que por el contrario, convierte en natural lo ya ensayado. Personalmente lo vivo como un logro cuando una obra puede reproducir la misma estructura sin perder la frescura en sus acciones. Una función elíptica nos pone en situación temporal. Dos mujeres encerradas en un ascensor. La propuesta espacial es en sí misma un mundo a explorar: el encierro produce un acercamiento físico del cuerpo del actor para con su partener. El desafío estaría en generar distancias reales para crear un juego interesante. En Entrepiso, un ascensor es la única escenografía que aparece con una forma tal que produce una sensación de terminación en punto de fuga, al mejor estilo de la perspectiva matemática que se utilizaba en el Renacimiento. El espacio es recorrido en todas sus posibilidades y ambas actrices equilibran lo equilibran, llenando esos huecos vacíos que se generan. El diálogo ayuda a crear distancias cuando físicamente no las hay. Pero esa no es la única función: dice lo que no se tiene que decir y deja entrever la resolución de la historia, conduciéndonos con pequeños indicios a pensar que algo más sucede detrás de lo que se habla.
La iluminación acompaña a la obra sin tomar protagonismo, excepto cuando sirve como puente para generar estas elipsis que se proponen para adentrarnos en la historia.
Entrepiso es una apuesta a la actuación y a los climas que ésta puede generar. El final es sorpresivo pero a la vez es conocido. Es una posible resolución entre tantas otras.
Publicado en Leedor el 15-07-2010
Por Agustina Barbosa
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