Dos mujeres en un entrepiso
Humor y cruce de personalidades en una propuesta pequeña pero amena
Nuestra opinión: buena .
Una creación colectiva a partir de una situación y un hecho fortuito desembocó en un trabajo de ribetes desopilantes que ya lleva varios meses en cartel. Dos vecinas toman el ascensor en sus aparentes rutinas y quedan atrapadas en un entrepiso. Allí permanecerán unas cuantas horas, a través de las cuales afianzarán un vínculo eventual que dará permiso a un cruce de personalidades con consecuencias a descubrir.
Las situaciones están bien pensadas y jugadas y, con ellas, logran una trenza dramática con permanentes pinceladas de humor. Todo parece ir a buen puerto y hace pasar un buen rato al espectador, aunque en algún momento la dramaturgia toma un giro melodramático que desconcierta. De todas formas, eso no invalida todo lo positivo que tiene la pieza.
Es muy interesante descubrir a dos actrices como Paula Liuzzo y Pilar Murano, cada una de ellas en pinturas exactas de estos dos personajes reales y queribles. El vínculo entre ambas es muy potente y eso también se debe a una atenta dirección de Micaela Fariña.
Santiago Rey, en la escenografía, y Matías Massat, en las luces, tienen un importante rol en esta sencilla pero amena propuesta.
Pablo Gorlero
Humor y cruce de personalidades en una propuesta pequeña pero amena
Nuestra opinión: buena .
Una creación colectiva a partir de una situación y un hecho fortuito desembocó en un trabajo de ribetes desopilantes que ya lleva varios meses en cartel. Dos vecinas toman el ascensor en sus aparentes rutinas y quedan atrapadas en un entrepiso. Allí permanecerán unas cuantas horas, a través de las cuales afianzarán un vínculo eventual que dará permiso a un cruce de personalidades con consecuencias a descubrir.
Las situaciones están bien pensadas y jugadas y, con ellas, logran una trenza dramática con permanentes pinceladas de humor. Todo parece ir a buen puerto y hace pasar un buen rato al espectador, aunque en algún momento la dramaturgia toma un giro melodramático que desconcierta. De todas formas, eso no invalida todo lo positivo que tiene la pieza.
Es muy interesante descubrir a dos actrices como Paula Liuzzo y Pilar Murano, cada una de ellas en pinturas exactas de estos dos personajes reales y queribles. El vínculo entre ambas es muy potente y eso también se debe a una atenta dirección de Micaela Fariña.
Santiago Rey, en la escenografía, y Matías Massat, en las luces, tienen un importante rol en esta sencilla pero amena propuesta.
Pablo Gorlero